¿Qué significa encomendar tu camino al Señor (Salmo 37:5)?
Respuesta
En el Salmo 37, David escribe que Dios sostiene a los justos (Salmo 37:17) y que su herencia será eterna (Salmo 37:18). La salvación de los justos es de Jehová (Salmo 37:39). Es un salmo de la fidelidad de Dios y un estímulo para que los justos no confíen en Él en vano. El Salmo 37:5 desafía al lector o al oyente a encomendar su camino al Señor; confía en Él.
En un mundo perfecto, no necesitaríamos a Dios como nuestro refugio, porque no habría amenazas. Pero en este mundo caído y quebrantado, lo necesitamos desesperadamente para que sea nuestro refugio. El salmista instruye que no nos inquietemos ni tengamos envidia por los que hacen el mal (Salmo 37:1) porque se marchitarán pronto como la hierba (Salmo 37:2). El mal no tiene poder de permanencia. A pesar de que el mal se afianza en el corto plazo e incluso puede parecer que gana el día, la realidad es que no durará. Debido a esa verdad, se nos anima a poner nuestra confianza en el Señor y hacer lo que Él prescribe, lo que incluye vivir fielmente (Salmo 37:3).
Nuestro deleite no debe estar en nuestras circunstancias; más bien, nuestro deleite debe estar en el Señor. Debemos complacernos en Él, y cuando hacemos eso, cuando nuestro deseo es para Él, Él hace que nuestros deseos sean satisfechos (Salmo 37:4). Cuanto más nos acercamos a Él, más nuestros deseos comienzan a cambiar de nuestros propios deseos egoístas a querer lo que Él quiere para nosotros. Después de presentar estos pensamientos, el salmista exhorta a encomendar nuestro camino al Señor y confiar en Él (Salmo 37:5). Ese compromiso y confianza no vienen sin recompensa, ya que Dios es fiel, y Él lo hará (NASB), pero ¿qué es lo que Él hará?
Cuando encomendamos nuestro camino al Señor y confiamos en Él, Dios es fiel para manifestar [nuestra] justicia (Salmo 37:6, NVI). Cuando nuestro camino está encomendado a Él, Él nos moldea y nos hace crecer en Su justicia. Pablo explicó muchos años después de que el salmista escribiera que una persona que camina en el Espíritu de Dios verá el fruto del Espíritu Santo en su vida (Gálatas 5:22–23). Dios realizará Su obra en nuestras vidas: nos transformará mediante la renovación de nuestra mente (Romanos 12:1–2) si simplemente nos comprometemos a permitirle que lo haga.
En otro lugar, Pablo les recuerda a los creyentes que pongan su mente en las cosas de arriba (Colosenses 3:1–4). La mentalidad del creyente es importante e implica el compromiso de permitir que Dios haga Su obra en nosotros. Pablo proporciona otro ejemplo en Efesios 5:18. Él dice que no debemos embriagarnos con vino, sino que debemos ser llenos del Espíritu Santo. Cuando una persona bebe vino en exceso, esa persona se está sometiendo a un proceso que terminará en tener poco o ningún control sobre su cuerpo. En lugar de someter nuestros cuerpos al vino de esa manera, deberíamos someternos al Espíritu Santo de Dios, sumergiéndonos en Su Palabra para que Él nos controle y Él moldee nuestros deseos. Cuando hacemos eso, estamos llenos de Su Espíritu o estamos caminando en Su Espíritu, y Él es fiel para dar Su fruto en nosotros. Cuando encomendamos nuestro camino al Señor (Salmo 37:5), Él se asegurará de que ese camino sea fructífero.